Si tuviera la posibilidad de elegir entre la experiencia del dolor y la nada, elegiría el dolor
William Faulkner
Hola, corazones.
Esta semana, al ya haber terminado un primer borrador de una nueva novela, me he dedicado a escribir relatos cortos. Incluso me he aventurado en el terreno llamado con ese palabro horrible que es el de los microrrelatos (con lo bonito que sería historias cortísimas o historias rápidas o un palabraspocas).
Todo ello para participar en concursos, que ya es hora de empezar a forrarse con eso de saber lo que significa “aliteración” (procede a buscarlo en el diccionario).
Aquí un ejemplo, que hice esta mañana, que no es muy historia y es más una especie de poema (pero guardadme el secreto, que no se pueden compartir):
El pájaro vuela y ya sólo queda rama.
¿Es todavía la rama del pájaro? ¿Por cuánto tiempo? ¿Hasta que yo lo olvide?
¿Es acaso la misma rama sin pájaro o ya es otra?
¿Es la misma rama que cuando era tronco? ¿Que cuando será putrefacción o suelo o un árbol que aún no existe?
Tiembla y se bambolea en el aire, sea lo que sea.
No se mueve el viento, no se mueve la rama, se mueve la mente.
¿Es la misma mente que viendo al pájaro apoyado?
Ah, mira. El pájaro ha vuelto. Canta como mandándonos callar. Tanto pensar.
Es un mundo complicado el de los concursos. Una caja negra. Esperar, esperar, y mucho silencio.
En cualquier caso, un tema que me tiene un poco harto también, al igual que esperar, (iba a ligar con la expresión “me tiene negro”, pero se ve que alude a ciertos temas raciales y no simplemente al color, así que mejor no) es el del postureo de la ocupación.
En esta década nadie parece estar disponible. Y lo peor (no sé si lo peor, pero sí lo que más me jode) es que socialmente eso se interpreta como algo positivo. Cuanto más lleno el calendar de colorines y barritas, mejor.
“Estoy hasta arriba de trabajo.”
“Llevo 15 horas seguidas trabajando.”
“No me da tiempo a nada.”
Entiendo que vivimos en una sociedad de base cristiana donde el sacrificio de Jesús por nosotros (sacrificio no pedido) eleva el sufrimiento y lo convierte en el verdadero camino para sublimarse con lo eterno (en vez de la sabiduría, la ternura, el disfrute no dañino, elegimos el sacrificio y el dolor), PERO una vez experimentado en carne propia, ¿no, como diría M., se percide el aroma de lo absurdo de estar siempre ocupado? ¿No es acaso algo ridículo ver la falta de disponibilidad, por elección ajena y pudiendo elegir no estarlo tanto, como algo bueno?
Y, ojo, no defiendo la vida contemplativa de los antiguos aristócratas como un modelo a seguir, hay que producir para vivir mejor y ganarse las Lay’s Gourmet, ¿pero es necesario un nivel tan alto de no-disponibilidad?
Ya que el sacrificio es el camino hacia lo elevado, también fingirlo se vuelve el camino hacia lo socialmente elevado. Por lo tanto, decir que uno está ocupado es casi tan bueno como estarlo. Puede que mejor. Con lo bonito que era el “no tengo nada que hacer, me apunto” de la vida adolescente.
De hecho, en las series, los personajes siempre están disponibles, por eso su vida es envidiable y nos gusta tanto verla.
En fin, como pequeño extra, la semana pasada un amigo de la universidad al que hacía años que no veía me invitó a ver de nuevo en directo a Mars Volta y, sí, confirmo, son la mejor banda que existe.
Perder
Hace poco lo dijo Pep Guardiola: lo normal es perder.
Sí, sé que mucho lector aliporiano odia el fútbol. Es cierto que en pocos metros cuadrados se concentra mucha de la mierda de la especie humana, pero también lo es que en esos mismos metros cuadrados se resume, en noventa minutos, muchas de las cosas importantes de la vida.
Pero esto no es un alegato en defensa del fútbol, sino de la derrota, que le hace más falta y tiene menos seguidores.
Michael Jordan, considerado unánimemente como el mejor jugador de la historia de su deporte, jugó quince años en la NBA. Ganó el anillo de campeón en seis. Cálculo sencillo: perdió nueve.
Messi, también el mejor para muchos, perdió casi todos los mundiales en los que ha participado (4/5), Cristiano Ronaldo todos, (5/5) y Guardiola muchas de las Champions en las que ha sido entrenador (12/15).
Lo normal es perder.
Esta es una máxima que también aplica a la vida. Al mundo se viene a perder. Todo lo que uno tiene en la vida, lo va perdiendo, o de golpe o poco a poco. No hay más.
Esto se podría vender, visto desde la perspectiva moderna-americana-azucarada del “you can do it” como pesimismo/oscuridad/otras palabras malas, pero ¿no es la forma más alegre de afrontar la vida aceptarla de verdad?
Esta es una postura vitalista, porque busca aprovechar lo que hay mientras lo haya. Y la victoria, aunque corta, sabe mucho más dulce.
Todo se pierde, más nos vale disfrutarlo antes.
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy quería recomendar Medio Sol Amarillo, de Chimamanda Ngozi Adichie. (Aquí, versión ebook).
He de reconocer que a lo mejor soy algo imparcial porque leí esta novela en una situación fantástica, quizá la mejor experiencia lectora de mi vida.
Viaje de tren en India que podía durar una horquilla de 20 a 32 horas (fueron 25), en el que junto a Blanca recorríamos paisajes increíbles, desérticos y montañosos, enormes ríos, pueblos a lo lejos, charlas esporádicas, toda la vida infinita que cabe en el vagón de un tren indio, y una brisa por el movimiento constante que era, para mí, la temperatura ideal. Medio sudando, medio fresco.
Más allá de esa experiencia personal, estoy casi seguro de que este es un libro buenísimo. Tiene triángulos amorosos, guerra, algo de política e historia, personajes interesantísimos… Y se lee rápido.
Está escrito con pluma de maestro aunque la buena de Chimamanda tuviese veintinueve años cuando se publicó. Parece, a ratos, una vieja novela rusa, pero en vez de con los zares y Napoleón, con la guerra de Biafra. Y algo más ligera, a decir verdad.
En fin, que es difícil que no guste.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, quería recomendar a Etran de L’Aïr, un grupo nigerino (sí, tuve que buscar el topónimo de Níger) de música de fiesta. Suben estos vídeos tocando en bodas en Agadez, vieja capital de una de las federaciones Touareg, que tienen pinta de ser divertidísimas.
(Todo recomendaciones africanas hoy.)
Hay un sonido característico de las zonas fronterizas del desierto, donde se acaba o termina, que tiene algo muy emocionante e hipnótico.
Mdou Moctar es otra banda de Agadez (nadie se esperaba este pequeño hub de grupazos en medio del desierto, con una población comparable a la de Lugo City), que sacó hace poco el disco Afrique Victime, en el que puedes oír la arena caer por la duna. Una maravilla. Dicen que el rock está muerto, pero se ve que se olvidaron de avisar a la buena gente de Agadez.
Lo curioso de estos estilos musicales de África Occidental es que tienen un sonido muy similar al de ciertos músicos de blues de Missisippi, en particular a los que utilizan el estilo llamado de “la tierra de las colinas”, en el interior del estado. Por su aislamiento geográfico, los músicos de esta región han mantenido una línea más continuista con el sonido de sus antepasados llevados forzosamente de África.
Por si os gustase, hace poco Black Keys hizo un disco homenaje a este género. Buenísimo también.
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
Recordad suscribir a todos vuestros conocidos, amigos, e incluso enemigos para que así les llegue un mail que no quieren y se pregunten qué han hecho para merecer semejante castigo, y que de repente lo empiecen a leer y les vaya gustando y se vuelvan fans y te agradezcan la recomendación y os hagáis amigos y te quedes sin enemigos, lo cual es claramente mejor.
Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
Como diría el gran poeta M.: “Un abrazo a quien quiera recibirlo. Gracias.”
¡Hasta pronto!