Pues no sé, siempre me ha gustado de todo, pero hay una gran diferencia cuando ya empiezas a tener mi edad, estás grande, empiezas a notar que tienes muchas amistades que se quedan trabadas en una época de su vida, en la nostalgia, ¿no? Todos tenemos estos amigos.
Yo tengo un amigo que solo escucha a Black Flag, cabrón, todavía tiene la camiseta, y a mí me encanta, pero no estoy escuchando a Black Flag todos los días. Respeto a Black Flag, y puedo escucharlo en cualquier momento, pero no estoy ahí todo el tiempo, cantando la canción, ¿sabes?
Y tienes otra gente que está súper abierta a lo que está sucediendo en el mundo. Cuando éramos chamaquitos, siempre nos reíamos de los adultos que decían: “No, pero eso no es música, eso es una mierda”. Yo espero nunca decir esas palabras, ¿me entiendes? A mí me encantan los cambios que han sucedido.
Obviamente hay mierda, en cada género hay mierda, y de cada género hay cosas súper bonitas. Hay cosas que yo, en particular, no voy a disfrutar, y otras que sí. Pero me siento súper triste cuando voy a cenar con un amigo mío, y dice algo así; tiene mi edad, 45 o 47, y empieza a decir: “No, mano, es que eso no es música, en nuestra época…”; y yo digo: “Uy, pobrecito, este se quedó trabao’”.
Pero esto, más que nada, es una respuesta súper larga para sencillamente decir que uno tiene que estar abierto a los cambios, cabrón; hay instrumentos nuevos, está la tecnología, las cosas cambian, el mundo está cambiando, uno solo tiene que fluir.
Omar Rodríguez López
¿Y quién no se ha quedado, alguna vez, “trabao”?
(Fuera de tema: Mientras escribo esto, en una rama frente a mi ventana hay cuatro palomas tratando de violarse mutuamente. No es muy relevante, pero pensé que había que resaltarlo.)
A lo que íbamos. El trabe.
Es difícil evitarlo. El cuerpo parece querer, prácticamente siempre, lo que no le conviene. Le conviene el ejercicio, pero pide sofá y azúcar. Le conviene la meditación y leer, pero pide telebasura y no pensar. Le conviene el Alipori, pero pide el As. (Esta última la podéis tomar con precaución, pero que no quite verdad a lo anterior.)
Incluso, cuando uno está triste, el cuerpo pide más tristeza, pide revolcarse en ella como un gorrino en el barro.
¿Por qué? No sé si importa demasiado el porqué, sólo el hecho de que es así, y que evitarlo requiere esfuerzo.
El universo, realmente está diseñado para putearnos. La segunda ley de la termodinámica y la observación de cualquier casa humana vienen a decirnos lo mismo: todo tiende al desorden. El orden requiere un input de esfuerzo, de trabajo, de energía y tiempo. Hacer lo que no pide el cuerpo requiere esfuerzo.
(Fuera de tema x2: El intento de gangbang colombino sigue en pie, y ya no sé si debería cerrar la persiana para darles intimidad.)
Claro, esto (lo del esfuerzo, no lo de las palomas), me hace preguntarme una cosa. ¿Es mejor el esfuerzo, luchar contra la estructura entrópica del universo, intentar controlar lo que te rodea, o el enfoque taoísta de dejarse llevar junto a la naturaleza, ser uno con ella y fluir hacia lo que quiera que signifique ese desorden, que es de asumir que, si lo hay, es dios?
Por ejemplo, que una presa se convierta en cascada y en río es un ejemplo de ese desorden. ¿Puede que a veces el desorden sea mejor?
Dicho esto, he empezado a jugar con la idea de hacer camisetas y mercadotecnia diversa del Alipori (hay que vivir). Esto sería un ejemplo:
¿Os gustaría? Sé que yo me compraría una, pero estaría bien vender más.
¿Algún número en particular? ¿Algún objeto (tazas, gorras…)? Todo sería imprimido bajo demanda, por lo que no habría gasto superfluo, podéis proponer sin miedo.
¡Os leo!
El cuerpo social
Llevo un tiempo dándole vueltas a una idea. ¿Hasta qué punto percibimos el mundo nosotros y a partir de dónde nos lo bosquejan los demás?
Es evidente que yo no he vivido la Primera Guerra Mundial, ni he visto dinosaurios, ni por mí mismo hubiese jamás soñado un concepto como el de los números imaginarios o las integrales, y los tengo que recibir de otras personas, pero hablo de cosas más cercanas, de la propia experiencia del cuerpo.
Juan Luis Arsuaga, en su nuevo libro sobre el cuerpo humano, habla de la distancia que se ha generado de nuestra percepción a nuestra recepción de la percepción (lo que viene siendo la distancia piel-nervio-cerebro-consciencia-asimilación).
¿Cuántas capas de información interna, ya no sólo olvidamos, sino que directamente descartamos, hasta el punto de ni llegar a percipirlas?
Bueno, al tema. Me preguntaba el otro día sobre la percepción social del cuerpo. La manera en que el cuerpo deja de ser propio y pasa a ser social.
Uno tiene una edad, debe relacionarse con su cuerpo de una cierta forma. Me pregunto cuánta gente se siente vieja sólo porque se supone que le corresponde, cuánta, en ese sentido, se auto-envejece para cumplir con el deber social profético del deterioro rápido.
(Fuera de tema x3: Se fueron las palomas, pero han vuelto las cuatro. Esa rama debe tener algo especial.)
¿Cuánto nos dice el cuerpo que descartamos por copiar, por lo que se supone que? ¿Cuánta realidad nos dice el mundo que directamente ni percibimos?
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy quería recomendar Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy. (Aquí, versión ebook).
Este libro brutal (en todos los sentidos) es, para mí, el mejor de este escritor.
Falleció esta semana a los 90 años, con dos libros publicados en 2022. Curiosamente, había escrito su obra más famosa, La Carretera, con 74 años.
Escribir es un proceso lento.
Meridiano de sangre se ambienta en un tiempo y territorio que me fascina: la frontera entre Texas y México en la primera mitad del siglo XIX. Trata de una banda de asesinos, de “cazadores” de indios contratada por los gobiernos de ambos lados de la frontera, que poco a poco va entrando en una espiral de violencia, asesinatos sin sentido, violaciones…
McCarthy usa un lenguaje corto, a latigazos, preciso como un águila, muy descriptivo con dos detalles. Además, aparece el personaje maravilloso del juez Holden. Sólo por él merece la pena leer el libro.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, quería recomendar mi canción favorita de una de las cantantes que más me gustan: Natalia Lafourcade. Esta canción (aviso) es difícil oírla con atención y no emocionarse un poco.
Cuando escriba tu nombre en la arena blanca, con fondo azul
Cuando mire el cielo en la forma cruel
De una nube gris, aparezcas tú
Una tarde suba una alta loma
Mire el pasado, sabrás que no te he olvidadoYo te llevo dentro
Hasta la raíz
Y, por más que crezca
Vas a estar aquí
Genia máxima. Y viene a Madrid pronto.
Aunque parece ser que ella cree que la canción va sobre Veracruz, su tierra natal, y no sobre la pérdida de alguien querido, pero según yo y los comentarios de YouTube, diría que se equivoca.
Uno nunca es dueño de su obra.
Eso es lo bueno del arte, supongo.
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
Recordad suscribir a todos vuestros conocidos, amigos, e incluso enemigos para que así les llegue un mail que no quieren y se pregunten qué han hecho para merecer semejante castigo, y que de repente lo empiecen a leer y les vaya gustando y se vuelvan fans y te agradezcan la recomendación y os hagáis amigos y te quedes sin enemigos, lo cual es claramente mejor.
Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
Como diría el gran poeta M.: “Un abrazo a quien quiera recibirlo. Gracias.”
¡Hasta pronto!
Una taza desayuno Alipori y le haces la competencia a todos los morning shows