El Alipori #47 - Correo Semanal de Alfonso Portabales
El 47 es un primo seguro, el decimotercer primo supersingular, el cuarto primo aislado y el sexto de Lucas, un número altamente cototiente, un primo de Eisenstein, y mi número personal de la suerte.
El nombre de las cosas es el nombre que nosotros les damos.
Chuang Tse
El ordenador, que antes me era un barco con sus velas y su timón y su tripulación dispuesta para la exploración y la aventura, cada vez me supone más una especie de lancha marronera autopilotada por alguna IA que ha hecho alguien que está en tierra firme, en algún lugar y con unas intenciones que desconozco.
Internet, el móvil, el ordenador, empezaron como una especie de ciber-prometeos, y supusieron una expansión de las funcionalidades del cerebro. Por fin teníamos el nuevo fuego.
El propio proceso de pensar, de discernir lo que sí y lo que no (que al final es lo que es pensar pero hecho infinidad de veces en cada instante) varió con internet. ¿Dónde está esto? Aquí. ¿Cómo se llamaba esta cantante? Así, pero ya se te olvidó.
A mí me permitió descubrir y engullir más bandas, escritores y películas en un año que a alguien anterior a esta tecnología en toda su vida. Lo mismo con la existencia de lugares e ideas foráneas. También tuve acceso a vídeos divertidos, extraños, que normalizaron en mi mente comportamientos que de haber crecido en un sitio sin acceso a esta tecnología me hubiesen parecido incomprensibles.
Se acortaron las distancias. Está más cerca ahora Delhi de Nueva York que de un pueblo en un valle perdido del Himalaya, tanto física como culturalmente.
Y ahí es donde entra el problema de la comodidad. Un problema enorme del mundo actual, y es que lo cómodo se vuelve indispensable. Quizá sea por eso que de manera instintiva nunca quiero nada particularmente caro o “bueno”. Me da la sensación de que te limita la vida y que lo que antes te parecía aceptable, deja de serlo. ¿No es mejor disfrutar de un vinarro medio amargo, disfrutar realmente, que necesitar para ese placer un vino caro al que muchas veces no tengan acceso? ¿No es el acceso de manera común a cosas “mejores” lo que precisamente amarga el anterior vino? (A menos que sea una mierda que te quema los intestinos, pero, al menos en esta metáfora, no lo es, sólo es menos delicado.)
De igual forma, la comodidad de acceso a la información ha vuelto a mi cerebro una extraña mezcla de un oso dormilón y vago, y una criatura híperactiva que necesita estar constantemente manejando diez torrentes de información al mismo tiempo.
Y, aunque sea de su efecto personal del que hablo, no sólo lo veo en mí. Tantos ojos perdidos en las conversaciones, buscando una pantalla entre frases aburridas (pero eso son el amor y la amistad, oír la misma anécdota 100 veces y aun así reír), un chute de likes, un pequeño carrusel de vídeos cortitos sin interés. La búsqueda de un mundo paralelo en el que sumergirse, más cómodo, con menos compromiso (también con menos ansiedad y calor, imagino, pero eso es otro tema).
Porque ahí está el lío, que no el problema realmente. Hemos expandido nuestro universo más que el de Star Wars y ya no sabemos qué es nada. ¿Quién sabe distinguir un roble de un olmo? ¿Quién al no saberlo ha pensado en googlearlo?
En mi caso, lo que me supone un mayor peaje de este nuevo sistema mental global es la resistencia que ejerce todo mi ser a la concentración profunda, al trabajo, la exigencia, aunque sea en pequeñas dosis, de un tributo en forma de pantalla apaga-cerebros. “Puedes entrar a Twitter, has trabajado suficiente.” Calla.
Pero, en cualquier caso, aquí sigo, enviando mi Alipori y tú leyéndolo a través de esta misma tecnología, que no digo que sea mala, pero que a mí me tiene un pelín atrapado, con lo que me gustan las flores y los perros y los robles y la espuma del mar.
Por lo demás… hace un calor que no puede uno ni tumbarse. Bebed mucha agua y suscribid a vuestros conocidos al Alipori (así les recuerdo que se hidraten).
En agosto, en principio, saldrá semanalmente una moviola aliporiana, con los trocitos que más han gustado, y en septiembre volvemos con la segunda temporada.
Prometo novedades. Otra cosa es que cumpla.
La pancita
Se me ocurrió, sin saber bien de dónde, que es bastante relevante, aunque el idioma lo haya hecho de manera involuntaria, la diferencia entre crear y criar. Quitarle la pancita a la e (y convertirla a una i, por si acaso) requiere el mismo esfuerzo que quitársela a un humano. Crear lo hace cualquiera. Para criar hai que sachar. (Expresión gallega que viene a significar en castellano “hay que sacar el fuá, dar el extra”.)
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy, en el Literapori, quería recomendar Batman: El Regreso Del Caballero Oscuro, de Frank Miller. (Hoy no hay versión ebook.)
En este libro, Miller presenta por primera vez al Batman oscuro al que estamos más acostumbrados en la actualidad, más o menos desde finales de los 80.
Desaparece el Batman camp y bailongo que da puñetazos que emiten onomatopeyas y aparece el justiciero, el hombre atormentado que quizá sea lo más cercano que tengamos en nuestra época a los mitos griegos. Una figura que representa la justicia sucia, la dualidad oscuridad/luz, la necesidad patológica del crimen…
Me lo devoré en un día, muy recomendado.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, quería recomendar Eye Opener, de Dot Hacker, la banda del californiano Josh Klinghoffer, un tipo que, en resumen, a sus 42 años ya ha tocado con todo el mundo.
Tiene una voz finita, como un atardecer, o como una tortilla francesa, muy emotiva y limpia.
Esta canción, Eye Opener, me ganó por las tres notas del estribillo que acompañan a la primera frase (truturí), pero todo este disco merece la pena.
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
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Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
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Como diría el gran poeta M.: “Un abrazo a quien quiera recibirlo. Gracias.”
¡Hasta pronto!