El Alipori #71 - Correo Semanal de Alfonso Portabales
En 1171, Alfonso II de Aragón conquista Teruel. Desde entonces, lleva 853 existiendo de manera continuada con el mismo nombre. Para que luego digan.
Deja de pensar y termina con tus problemas.
Lao Tsé
Hoy, el Alipori viene tardío. Pido perdón. Tuve que ponerle con él a falta de media hora para las 11 y, por lo que parece, no llegué.
Pero, a cambio, una buena noticia. ¡Ayer dormimos por primera vez en la casa!
De ahí, los problemas que me han retrasado este inicio. Se me salió un poco de agua por parguela, y entre fregar y secar y abrir cajas y buscar una cafetería con wifi, se me ha ido un poco la hora.
Dicho esto, de nuevo quiero pedir perdón, pero esta vez por otro motivo. Voy a hablar de un sueño.
Ya se sabe lo que dicen, si quieres aburrir a alguien, cuéntale lo que has soñado.
Pero este es simple, y espero que se pueda comunicar sin dormir a las cabras en el monte y que se despeñen hasta el río.
En el sueño, yo caminaba por un claustro (o me desplazaba, no sé si tenía pies), y miraba hacia el cielo. Empecé a pensar que la parte interior del claustro es también, de alguna forma, también exterior. Una bobada bastante evidente, lo sé. Pero en los sueños, un charco se vuelve profundo y puede ahogarte. Y eso los hace, tantas veces, sí, tontos. Pero también se puede convertir en un enorme mar con aventuras y piratas y poderes y mundos nuevos, lo que los hace tontos de una manera más interesante.
Bueno, a lo que iba. Me di cuenta de que el problema era, como casi todos, sólo de perspectiva y de espacio. Me hizo preguntarme si puedo hacer lo mismo con mi corazón. ¿Puedo crear suficiente espacio? ¿Una dinámica que haga que mi corazón, aunque esté dentro, se airee y salga también, al exterior?
Espero que no fuese tan duro este sueño.
Otra cosa a la que le he dado bastantes vueltas (despierto) esta semana, es a lo narrativo de la vida. Vivir es lo mismo que narrar. La diferencia es un poco de aire y de sangre, poco más. Detalles.
Uno, constantemente, elige qué ver. Tiene la posibilidad imparable, cada instante, de elegir a qué da peso, y qué ignora. Ante el mismo prado y el mismo monte, lo que cada uno ve difiere un mundo (eso es la alegría, ver, y ver qué ver).
Para uno, un monte como el de su abuelo (nostalgia), para otro, un cielo en atardecer (belleza), o la respiración fuerte del otro, o el sudor frío en la nuca (molestia). En fin, cualquier cosa, pero el mundo físico seguiría siendo el mismo.
Escribir creo que funciona igual. No son palabras, es un punto de vista.
O crear, en general. Quizá por eso es lo único que me gusta. Porque se parece mucho a estar vivo, pero de otra forma, algo más resguardada del viento.
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy, en el Literapori, quería recomendar un libro de viajes fantástico. Oasis prohibidos, de Ella Maillart.
En este libro, Ella recorre casi toda la longitud de China, de este a oeste, en el año 1935. Acompañada de una compañía de mongoles, tibetanos, chinos han, y un occidental, el hermano de Ian Fleming (el autor de James Bond), a su vez espía del servicio secreto británico, recorre el camino desde Xian hasta el Turquestán, actual Xinjiang, tierra de los uygures, para así poder pasar a Cachemira, controlada por los británicos.
La China de la época está dominada por diversos señores de la guerra, dividida y caótica y peligrosa. Para una mujer, en esa época, realizar un viaje como este es una aventura tremenda, incomparable con cualquier cosa que se pueda hacer hoy día. (Quizá, visitar la luna.)
Y es una escritora fantástica, a veces hasta demasiado culta. Como si el viaje en sí mismo fuera poco.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, quería poner este disco precioso de una genia de la canción hispanoamericana: Natalia Lafourcade.
Este disco, De Todas las Flores, es triste e intimista en un principio, y va evolucionando hasta ser esperanzado y optimista al final.
Habla de una ruptura sentimental, y todo, hasta el sonido del propio disco, funciona hacia transmitir esa pena, y esa “esperanza/alegría apenada” de la reconstrucción de uno mismo.
La voz suena cruda, sin efectos de afinación (que ahora llevan todas las canciones) ni demasiada producción. Suena íntima, casi desnuda.
Es un disco para oírlo entero, sin prisa, dejando pasar la mañana (o la tarde, ahí no me meto).
Como tus caricias
Suaves como espina
Se me va clavando sobre el pecho toda esta melancolía
En este jardín de rosas buganvilias sin tu compañía
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
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