El Alipori #72 - Correo Semanal de Alfonso Portabales
El 24 de enero de 1972, el soldado japonés Shoichi Yokoi fue encontrado en Guam. Llevaba 28 años en la jungla, todavía luchando la 2º Guerra Mundial por Japón, que sumaba 27 años en paz y sin ejército
Un día encontraré las palabras adecuadas. Serán sencillas.
Jack Kerouac - Los vagabundos del Dharma
La filósofa griega Maria Balaska explica la bondad como una consecuencia de atención. Quizá como una forma de atención al mundo.
No estoy seguro de si comparto esta idea al 100%, pero desde luego que es preciosa.
Cuanto mayor sea la atención puesta en un instante, más fácil (o menos imposible) será imaginar la infinita mezcla de causas y deseos y miedos que han llevado a ella, tanto propios como ajenos. A su vez, llevando esa atención hacia una capa más profunda, se podrían intuir las causas y deseos y miedos que han llevado a esas causas y deseos y miedos que crean el presente (es confuso, porque no existe el pasado y no existe el futuro, pero tampoco puede existir el presente, porque enseguida se convierte en algo que no existe, y surge de algo que no existe.)
Por ejemplo, la misma escena con y sin atención. Una persona abandonada, que necesita ayuda. Un comportamiento automático (por algún mecanismo de autoprotección difícil de entender una vez uno piensa en él) sería mirar hacia otro lado. Sin embargo, una atención consciente llevaría a ponerse en la situación de la otra persona, a entender todas las casualidades que han llevado a que yo (cambiar mi yo por el vuestro, en este caso) tenga ropa y comida y cama y no tenga ni que pensar en ello, etc. etc.
Sí que creo que asomarse a la enorme complejidad de las cosas, de alguna forma, cancela el odio, y, un poquito, la ira. Eso sí, es cansado. ¿Somos malos por pereza intelectual?
El odio generalizado a los XXX o las YYY no tiene otra opción que desaparecer una vez se le dan dos vueltas. Pero la ira privada también. ¿Hacia dónde va dirigida? ¿Puedo reaccionar de otra forma a la misma acción? ¿La ira es con mi reacción, con mi percepción perezosa de lo que sucede fuera de mi cuerpo?
En fin, a lo que iba. La atención como forma de bondad. Y la desatención como forma de maldad, supongo. O al menos de falta de bondad, que ya es bastante.
Atención, en este caso, no sólo a la experiencia humana. Atención al propio hecho de estar atento, a que no se pase la vida sin estar presente en ella. Y es por ahí cerca, en una especie de corolario inventado, donde a mí me encuentra.
Ella viene a decir que la falta de atención resulta en una cierta ausencia de bondad (al menos de la que generaría estar más atento). Yo lo llevaría más lejos y diría que la falta de atención es directamente mala.
Nada puedo imaginar peor que una vida en piloto automático. Tampoco hay nada que me da más miedo. Ya no sólo no tomar decisiones propias, sino que todas estén hechas por otros, por una tradición o unos valores que no termino de entender.
Y ahí es donde, dentro de mí al menos, surge el conflicto. Por un lado, la lucha contra la corriente, el esfuerzo por estar atento y vivir mi vida de la forma exacta en que yo decida. Por otra, una querencia taoísta y quizá un mal entendimiento de la idea de ser como el agua o como Winnie the Pooh y fluir y dejarse llevar y que en eso, en lo blando y en lo adaptado, está la fuerza.
Quizá, como casi siempre, lo correcto, sea un balance. El camino de en medio. Aunque a veces ese camino tire por las zarzas y haya que ir cortándose la piel de la rabadilla.
Como dice la famosa canción compuesta por Blanca: Step by step. Paso a paso.
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy, en el Literapori, quería recomendar, ya que hubo un poco de densidad, un libro de cuentos cortos, precisos como el sol (que nunca falla porque da a todo): Cuentos completos, de Amy Hempel.
Aún no leí todos, pero, con lo que llevo, me llega para saber que es otra genia americana de la prosa corta y luminosa. Parece que escriba con un faro encima.
Últimamente me he obsesionado bastante con el género del cuento (en particular el anglosajón, porque en español no se lee, porque no se publica, porque no hay dinero ni tradición de historias cortas ni demasiadas revistas literarias). Requiere de una inventiva especial, de crear un mundo en el que las cosas no son sólo cosas y tienen un significado más profundo en muy pocas palabras (como lo tienen en la vida diaria; las llaves no son sólo metal, ni aquella foto de cuando blablá es sólo papel). Y en eso, Hempel es una maestra.
Para los que hablen inglés, aquí pueden leer uno de esos cuentos, llamado The Harvest. La cosecha. Preciso como el sol.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, quería traer una canción redondísima de pop que, sin recordar su nombre ni la última vez que la había oido, llevo semanas tarareando.
Me llevó un rato, pero gracias a la ayuda ya inevitable de Google, acabó apareciendo.
Desde la década de los 50, en la que EEUU generó una avalancha de canciones con este formato (melodía amable y cuatro acordes detrás), se sigue y se sigue haciendo, y a mí no me cansa.
¡Qué la disfrutéis!
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
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