El Alipori #76 - Correo Semanal de Alfonso Portabales
En enero de 1876, Graham Bell inventó el primer teléfono. 17 días después, el gobierno de EEUU decretó que los nativos del país debían vivir en reservas. Aún faltaban 2 meses para la primera llamada.
"Si dices la verdad, no tendrás que recordar nada".
Mark Twain
Esta mañana, mientras me preparaba el desayuno, pensaba en qué decir en este Alipori.
El desayuno fue pan con pasas y nueces hecho trozos, fresas (también hechas trozos) y miel (no sé si es posible), en un cuenco con leche de avena. (Sí. Leche por llamarle algo.)
Ahí, viendo la fresa, se me ocurrió esto: ¿Cómo sé yo lo que son las fresas? ¿En qué distingo a una fresa de una no-fresa? Son rojas. Pero si viese una fresa blanca, también pensaría que es una fresa. Tienen granitos. Pero también los tiene un adolescente, y no lo echo al bol. Tienen una cierta forma. Pero si tuviesen otra, y fuesen fresas, seguiría reconociendo la fresa. Etc. Etc.
A la verdad es imposible llegar, supongo. Según los platónicos estaría comparando en mi mente cada fresa con una “fresa ideal”, que flota en un mundo de ideas. Según Zizek, la fresa sería una perfecta representación de la ideología capitalista, llamándote a consumir su carne fresca y dulce, y luego a repetir.
A mí, personalmente, me gusta la teoría de las dos verdades de la escuela Madhyamaka. La verdad convencional (casi eventual, limitada por las palabras): Es una puta fresa, está delante de ti, es evidente que es una fresa, ¿qué va a ser?, deja de darle vueltas y cométela. Y la verdad última: No hay fresa, te has inventado tú lo de la fresa, es lo que es y ya, llámala como quieras, cométela, como si la llamas Alfredo, deja de darle vueltas.
Y todos tendrán razón.
Pero bueno, por mucho que me gusten las fresas, no va de eso realmente este número.
Si no recordase mi cara, o si simplemente no tuviese fotografías de mí en la infancia, y tuviese que elegir entre cincuenta niños cuál de ellos era yo, creo que me sería imposible. No me sería imposible elegir, pero sí acertar de una forma más o menos fiable.
Entre ese niño y yo, más allá de una continuidad de acciones, y más o menos de recuerdos, no hay una esencia común, nada que nos ate, como tampoco la hay entre la semilla, la planta de la fresa, la propia fresa y el jugo en mi estómago hecho de antiguas fresas (¿ya, a las 11 de la mañana, no serían fresas ya? ¿En qué momento exacto? ¿Cuándo las corto, las mastico, las trago, las disuelvo en el estómago? Asumo que al cagarlas, ya seguro que no).
Volviendo al niño. Siempre lo he pensado. La esencia de uno no está en ningún sitio. Si mi cuerpo es yo, y me cortas un brazo, no creo que sea menos yo. Mi cerebro flotando en una vasija no es menos yo. Es algo más complejo, la conjunción de todo. ¿Quién es yo?
Verdad 1: El que escribe este Alipori y come fresas.
Verdad 2: No existes como ente separado de nada. Te ponen nombre y límites porque algo hay que hacer con el tiempo. Y de ahí viene todo el lío. Las peleas, los países, las guerras, las posesiones…
El clásico de Matrix: “No hay cuchara”.
Y la clásica respuesta: “¿Entonces con qué como la sopa?”
Dicho esto, mi semana ha transcurrido bien, día a día, como debe. Bastante trabajo, bien descansado, ejercicio, escribiendo todos los días, y algo de dolor de espalda baja, como corresponde.
Empecé a ver la película Perfect Days, y, aun sin haberla visto entera, ya la recomiendo. Bonita, lenta y meditativa, sobre un hombre que trabaja limpiando retretes y disfruta mirando los árboles.
Por cierto, la fresa estaba bastante buena. Muy dulce, como también corresponde.
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy, en el Literapori, quería hablar de La balsa de piedra, de José Saramago. Un ganador de Nobel, a lo fácil.
En este libro, la península ibérica se separa de Europa cortada por los Pirineos. La historia sigue a varios personajes (una gallega, un catalán, una portuguesa, un castellano…) y sus peripecias por esta “balsa de piedra” (igual que en la que se supone que llegó el apóstol Santiago a Ídem de Compostela). La península flota hacia el oeste, imparable.
Como siempre con Saramago, me pasa que las ideas me parecen geniales y el desarrollo se me hace algo aburrido.
Según el autor, esta es “una novela profundamente ibérica, relativa a Portugal y al conjunto de los pueblos españoles, que siento que comparten una cultura común, una cultura que no es rigurosamente europea: es otro mundo, un mundo con un carácter tan fuerte, tan propio, que los pueblos de la Península deberían hacer un gran esfuerzo de entendimiento mutuo para resistir a las presiones de la cultura europea, que no es sino la cultura de los tres países dominantes, Francia, Alemania e Inglaterra.”
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis: una rareza. No sé ni cómo se llama el disco, pero es genial. Lo descubrí escuchando la banda sonora de la película Perfect Days, y la portada me atrapó inmediatamente. El toque naive, tropical, el beige medio quemado…
Pero el sonido no se queda atrás. Tiene un casi desafine a propósito, una sensación de juego y de ligereza que es cada vez más difícil de encontrar en la música moderna.
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
Recordad suscribir a todos vuestros conocidos, amigos, e incluso enemigos para que así les llegue un mail que no quieren y se pregunten qué han hecho para merecer semejante castigo, y que de repente lo empiecen a leer y les vaya gustando y se vuelvan fans y te agradezcan la recomendación y os hagáis amigos y te quedes sin enemigos, lo cual es claramente mejor.
Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
Podéis comprar merchandising del Alipori en el Tiendipori aquí, o invitarme a un café o hacer una donación de la cantidad que os de la gana para mantener esto en marcha aquí.
Pensando en lo de la fresa se me ocurrió que Manquiña diría que lo importante es el concepto... Acabo de caer en la cuenta que Manquiña es un platónico de manual.