“I’m not a beggar to language any longer.”
«Ya no soy una mendiga del lenguaje».
Jennifer Castle - Blowing Kisses
Hola.
Cuánto tiempo.
Parece que ha pasado un mundo desde el anterior número, y sólo ha sido un verano. Con la de veranos que ha habido.
El otro día, se me ocurrió esta frase para un personaje de una historia nueva a la que estoy dando vueltas: “Siempre que alguien me pregunta, y a veces incluso cuando no, insisto en lo mucho que me encanta el verano. Pero, si soy sincero, lo que más me gusta de cada día de verano es cuando termina. Ese cansancio de sol rojo. La sensación de ya haber hecho y ya no tener que estar haciendo.”
¿Qué significa esto? No lo sé, porque los personajes al final son como les da la gana, pero hay algo con lo que me puedo identificar en esa frase.
Dicen que todos los personajes son diferentes aspectos del autor, pero a veces creo que basta con que lo sean un poquito, con que tengan en común una esquina, un gesto, un meñique, un gusto… Al final con todo el mundo te puedes identificar algo, ¿no? Eso creo.
En cualquier caso, ha sido un verano agradable. También cuando el sol estaba amarillo. Aunque, si en algo coincido con este personaje sin nombre ni cara (sólo parece que es varón, o que habla de sí mismo en masculino), es que a veces al pobre verano se le mete demasiada presión. Estaría bien otoñizar un poco el verano, disfrutarlo por lo que es y no por lo que puede ser, como cuando uno era pequeño y vendía saltamontes o collares o perfumes de flores a los transeúntes del pueblo a la hora de la siesta, que eran nadie, y aun así estaba a gusto. Porque nadie planea eso, igual que nadie planea decir lo bonitos que están los árboles teñidos de rojo en noviembre.
¿Saber que algo va a ser precioso le quita algo del placer?
En fin, a lo que iba. Ha sido un buen verano y un buen principio de veroño, más o menos. Hay subidas y hay bajadas, y hay hartazgos y alegrías basadas en nada o en cosas que a veces me parecen difíciles de explicar. ¿Por qué será así la experiencia humana? Y no por incomprensible la vida de otros, sino por serlo tantas veces incluso la propia. Pero mis sobrinos crecen y hablan y juegan y dicen cosas bonitas. Y Blanca y yo nos vamos a México en nada (el Alipori tendrá un poco de acento a partir de octubre). Y las plantas de mi casa crecen verdes. Así que que le den por culo al personaje sin forma que se refiere a sí mismo en masculino, y a esa parte de mí que se identifica con él (y de ti, imagino, sin querer ser agresivo), y buscaré lo más posible darle mordiscos al sol amarillo, a la luna, a las nubes y hasta al polvo, que todo hace tierra, y a la tierra le da lo mismo lo que hagas con ella. Aunque me espere que sea bonito.
Pues eso, un buen verano. Trabajé mucho en el libro, hasta el borde de la obsesión. [Ya está en concurso, espero para el Alipori número 100 ya ser rico (en unas 12 semanas).] Me bañé en el mar, comí rico. Lo esperable. Conocí a alguna gente nueva, quedé con gente vieja. Esperable también.
Pero fantástico.
¿Saber que algo va a ser precioso le añade algo del placer?
Os dejo la frase inicial de la novela, con la que me estuve rayando más o menos un par de meses.
“Le maté porque era peor no hacerlo. Así de simple. Hay veces que el mundo no te deja otra opción que tragar un poco de mierda para evitar comer el doble después.”
Hala. Tanto esfuerzo y ahora parece tan simple. Unas palabritas. Pero así es todo, supongo. Como las dualidades de cocinar/comer, limpiar/manchar, ordenar/desordenar. Poner orden, hacer cosas, siempre es difícil y no dura mucho, pero quizá por eso merece más la pena el esfuerzo.
Os dejo con la canción que contiene la frase de la entradilla.
Como siempre, ¡gracias por leer!
¡Recomendad el Alipori si os gusta!
Un abrazo/beso/saludo en la distancia.
Qué ganas de nueva novela!!! Una duda de tu amiga un poco pedante…no debería ser lo maté (en vez de le)? Sorry!! Y buen viaje a México lindo!!!