El Alipori - Correo Semanal de Alfonso Portabales - Publicación #40
Los 40 son los nuevos 30
Si fuera un león
Iría a matar
Pero soy una oveja con jersey de lobo
De pie en la esquina
The White Buffalo
La semana pasada no hubo Alipori. Fue el bautizo de mi sobrina Amelia en Marruecos, lo que me tuvo ocupado, y estaba en modo vacaciones y no me apetecía escribir más que lo necesario (que fue poco).
El bautizo estuvo muy bien, muy divertido, había muchos niños, lo que a mí siempre me divierte y entretiene, y hasta perros. Me pregunto por qué a veces estaré más cómodo o más feliz con niños que con muchos adultos. No con todos, obviamente.
Quizá viva siempre (ojo, no estoy seguro) viéndome reflejado en la mirada ajena, generando imágenes de mentira de mí en la mente del otro. No soy consciente de hacerlo, pero es cierto que no me gustan las cámaras, por algo será. Ni los niños ni los perros generan imagen, sólo presente. Ahí ganan.
Pero realmente no ha sido sólo esos días que me ha costado trabajar, aunque finalmente haya logrado hacer todo lo que tenía que hacer (a excepción del Alipori de la semana pasada).
No sé si es pereza o una especie de pesadez vital, pero (pregunta retórica a ti, lector, estes dónde y cuándo estés) ¿no te pasa que a veces todo te cuesta el doble/triple/una cantidad difícilmente cuantificable? No es depresión, no es tristeza, es más bien una especie de cansancio vital, como si los huesos fuesen de madera y hubiese termitas o si el cerebro fuese una nube (lo que quizá sea en el futuro, pero eso es un tema distinto) y diesen lluvia.
Hay épocas en que la carne es viento y otras en que es la mancuerna más pesada del gimnasio. ¿También lo notáis? ¿No faltan palabras para describir ese estado? No es cansado, ni desganado, ni triste nada así. Propongo “estar de huesos pesados”. O “de nervios lentos”.
No sé. Leo propuestas.
Cambiando de asunto, el otro día encontré esto en Twitter: https://twitter.com/ATRightMovies/status/1658839419112022016
Son carteles hechos por un artista de Ghana para películas que no ha visto y que tan sólo le describen. Pareceido a lo que hoy hace MidJourney o cualquier IA gráfica.
Son maravillosos. La estética del África Occidental aún está por llegar al escenario mundial y comérselo (excepto por la música).
¿Habéis visto alguna vez los ataúdes ghaneses (haciendo clic aquí podéis ver algunos)? Si muero pronto, metedme en un ataúd ghanés con forma de pincho de tortilla de patatas.
Aquí dejo un par de pósteres de los que más me gustaron:
Esa es toda la introducción por hoy (hacía falta texto para que no fuesen tres imágenes encadenadas). Y, ya que estoy, un botón para generar suscriptores.
Ahora sí:
El trastero de la mente
¿Cuántas cosas suceden en el interior de la carne sin que las capturemos? Entonces, ¿cómo sabemos que suceden realmente?
Imagino que decimos que algo es cuando tiene consecuencias si es que no lo podemos observar. Pero, ¿y todas las cosas que suceden irregistrables que no las tienen, o que asumimos que no las tienen sólo porque siempre están ahí, como ese ruido que sólo reconocemos cuando desaparece?
Siempre he pensado que uno puede oír o percibir, de alguna forma, la línea superior de pensamiento, pero que todo lo demás se pierde, enmarañado en las tantas cosas que suceden a la vez. También que, condicionando esa primera línea, y también todo lo demás, hay una serie de ideas o conceptos, digamos, achinchetados al fondo del cerebro.
Nuestro pensamiento (que no nuestro cerebro, se piensa con las hormonas y el cuerpo también, por mucho que sea el cerebro el que al final lo procesa) en la mayoría de las cabezas está lleno, no hay espacio, sobre todo a medida que cumplimos años, y nada puede entrar.
La vida pasa más rápido, ya nada divierte igual. Demasiadas chinchetas. Demasiada idea ajena, demasiado pensamiento automático, demasiado asumir lo que no tiene por qué ser.
Espaciosidad
La idea anterior me lleva a la de Espaciosidad (también me gusta traducirlo como Amplitud).
Siguiendo con la metáfora anterior, la mente es como una casa. Cuantas más cosas se localicen y se pongan en su sitio, o se tiren si están rotas, más espacio. Siendo puristas, es como una especie de casa mágica, en la que constantemente caben cosas, de amplitud variable.
Es un trabajo diario la generación de ese espacio. Si no hay espacio para el pensamiento propio, ¿cómo va a haber espacio para otros?
¿Nunca has estado cerca de alguien que sabes que tiene un runrún interno imparable, una especie de micro-Woody Allen que no para de hablar dentro de su cabeza, porque es incapaz de escuchar a quien le habla, de estar dónde y cuándo le toca estar?
No querría ser yo ese.
Generar
espacio.
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy quería recomendar Mortal y Rosa, de Francisco Umbral (sí, el de “he venido para hablar de mi libro”).
Abro paréntesis comercial: (lo recomiendo en amazon no porque me gusté, sino porque me dan una pequeña comisión por cada libro que vendan a través de mi enlace. No digo que lo compres, pero si lo vas a comprar… Pues eso). Cierro paréntesis comercial.
Umbral es un absoluto genio. Escritor de su vida nada más, como Kerouac o Proust, pero también poeta, filósofo. Leed el libro. Habla de la pérdida de su hijo pequeño a través de la exploración de la muerte, de su propia vida, de su cuerpo, su cara, sus huesos… Increíble.
En cierto modo, Kerouac es el Umbral americano, sólo que en torno a Kerouac se montó el movimiento Beatnik y hasta los hippies que él tanto odiaba, y se le malinterpretó y deformó hasta perder el núcleo de lo que decía, pero en torno a Umbral: nada.
La nada.
La tragedia y, al mismo tiempo, la virtud de España. Nada crece, pero nada crece de más.
“Escribe bien el chaval ese. Pero, a ver, ¿con quién se acuesta?”.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, traigo una canción con la que me he obsesionado bastante en la última semana: Dig, de Incubus. Un poco de melancolía dosmilera y un mucho de que la letra y la instrumentación son buenísimas. El bajo de la estrofa da gusto oir como va bailando en torno a la melodía como un chamán en torno al fuego. El estribillo entra con una potencia que más que destruir, impacta, como una ola vista de lejos.
A lo que iba, la letra (traducida):
Si me convierto en otro
Excava y sácame de debajo de lo que me cubre
Lo mejor de mí
Canta esta canción
Recuérdame que siempre nos tendremos el uno al otro
Cuando todo lo demás se haya idoTodos tenemos una enfermedad
Que hábilmente se adhiere y se multiplica
No importa cuánto lo intentemos
Todos tenemos a alguien que nos excava (difícil de traducir)
Por lo menos nos excavamos el uno al otro
Bonito, ¿no?
También he estado escuchando bastante a este tipo que se hace llamar El Búfalo Blanco. Tiene una voz profunda y calmante, y su último disco (Year Of the Dark Horse) es muy recomendable.
Y toca pronto en Madrid.
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
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Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
Como diría el gran poeta M.: “Un abrazo a quien quiera recibirlo. Gracias.”
¡Hasta pronto