El Alipori - Correo Semanal de Alfonso Portabales - Publicación #21
El nombre de las cosas es el nombre que nosotros les damos.
- Zhuangzi
He tardado demasiado en sacar esta edición del Alipori. Además, hoy sale en viernes en lugar de en jueves.Se juntaron las vacaciones con las ganas de descansar, y he de reconocer que he dudado de mi propio texto.Aparte, poniéndome exquisito, ¿qué es un jueves? Un invento mayor que el del Alipori, que al menos está aquí delante de tus ojos, sus palabras resonando en tu cráneo (hola, soy tu cerebro), mientras que el jueves, pues ahí está, sin más, un acuerdo, una convención (bien podrían las semanas no existir o tener 3 o 221 días).Finjamos todo que es jueves e irá en hora.Toda esto para decir que el Alipori sale cuando puede, y que espero que como lectores me perdonéis y lo disfrutéis aunque no sea 100% leal a su promesa juevesesca.Hablando (escribiendo/leyendo) de todo un poco, este fin de semana publico un nuevo reportaje en Público. Spamearé con un enlace en la próxima edición, pero si lo veis antes, os agradecería que lo compartieseis y le dieseis corazones.
El Mundial de Qatar
Sí, lo siento. Es el tema del momento.
Lo primero de todo, confesar que a mí me encanta el fútbol. Ahí tengo un pequeño sesgo. Y en particular, adoro el Mundial. Es una fiesta en la que descubres jugadores nuevos, siempre hay sorpresas, todo el mundo lo sigue, mi equipo puede que gane algo... Lo tiene todo como espectáculo.
No recuerdo si fue Paolo Sorrentino, el director italiano, el que dijo que el fútbol tenía una magia a lo que no podía aspirar ni siquiera el arte. Hay algo en un gol que es lo más cercano a un milagro que yo he vivido. Es imposible saber cómo va a acabar un partido, mientras que la vida, en general, es tremendamente previsible.
El fútbol es una especie de simulación en un entorno controlado de todo el drama y la alegría de la vida. Un chute semanal de emociones intensas (o eso se espera, también hay tostones, sobre todo si eres del Celta), y de liberación de violencias, inseguridades mediante la colectividad, etc.
Un solo gol puede llegar sin justicia y cambiarlo todo. Se puede ganar o perder por un golpe de suerte, por ese Matchball que pasa o no de la red como en la película de Woody Allen.
Pero ahora, en 2022, hay frases que han adquirido más fuerza que esta de Sorrentino que puede que me haya inventado porque no la encuentro en Internet. Una de ellas es la del cómico alemán (una combinación de palabras inusual, casi poética, del tipo de "agua seca", o "fuego frío") Serdar Somuncu, que dijo que la FIFA ha llegado a ser tan corrupta y malvada que ha logrado "obligar a la gente a tomar una decisión moral sobre si ver o no fútbol".
Otra frase importante: "más de 6.500 trabajadores inmigrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar desde que el país del Golfo fue nombrado organizador del Mundial de Fútbol hace diez años". 6.500 personas muertas. No todos relacionados de manera directa con el Mundial, es cierto, pero es de asumir que una gran parte sí, ya que ha sido EL proyecto en Qatar.
Estas dos últimas frases, desde luego que son menos bonitas que la de Sorrentino, pero quizá son más reales. Ya que estoy con frases, el escritor Galeano dijo: "Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios", pero también, más apropiada al hoy, dijo que "El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue".
En el plano más puramente político, o ético, que casi nunca son lo mismo, pero siempre hay un deseo de que se solapen, es innegable que los derechos de las minorías son una de las grandes victorias de nuestro país y su entorno cultural. Aún queda mucho por hacer y por avanzar para que todos seamos libres de ser quien queramos ser, y follar con quien queramos follar (mientras la otra parte también quiera, claro), tanto en España como en el mundo, y esta es una batalla en la que no puede haber tregua, pero creo que la reclamación de que exista una igualdad efectiva de derechos para organizar un evento deportivo es algo que no termino de compartir.
En los últimos años, se han celebrado Mundiales y Olimpiadas en países como China, Ucrania, o Rusia, donde el respeto a las minorías, tanto étnicas como sexuales o políticas, es nulo.
No creo que estos eventos se deban hacer sólo en democracias. El deporte es deporte, y la democracia liberal no es el único modelo válido para la gobernanza de un país.
Sin ir más lejos, el siguiente mundial se celebrará en EEUU, un país que, a pesar de ser una democracia liberal con cierto respeto por algunas minorías (no en todos sitios, y dependiendo mucho de la minoría), es un país que causa más muertes a nivel global que el que pueda causar Qatar (sólo en Afganistán, durante el año 2020, se calcula que murieron 20.000 personas producto de la guerra que empezó EEUU y no pudo terminar).
No quiero que se malinterprete lo que digo, no quiero relativizar ni defender a Qatar, y mucho menos su elección como sede. El hecho de que la FIFA se haya vendido a un país de manera corrupta, y que en la construcción de los estadios para precisamente este evento hayan muerto miles de trabajadores es suficiente para cancelar el evento y encarcelar a medio país y a media organización.
Además de esto, su falta de respeto por las libertades sexuales es sin duda una aberración, pero no estoy seguro de si está sirviendo para tapar las muertes, o de si sirven al régimen qatarí y a su nulo respeto por la vida de los pobres como excusa, como justificación para decir que "Occidente nos quiere imponer su modo de vida y sus valores"; una excusa que les vale para esconder debajo de la alfombra la sangre, la esclavitud y el abuso.
La lucha por los derechos de todos es una lucha global, que siempre contará con mi apoyo, pero en los últimos días parece haber tomado más peso la lucha por el brazalete arcoíris que por el fin de la esclavitud y de la muerte por nuestro lujo, como tantos mineros que mueren por nuestras joyas y nuestros vehículos y nuestros cables, tantos inocentes por nuestro petróleo y nuestro complejo industrial y militar.
Como siempre, no sé bien qué quiero decir. Que el problema es demasiado grande. Que el mundo en gran medida es una mierda y que los hijos de puta parecen siempre llegar más arriba. Que me encanta el fútbol y, a pesar de todo lo que acabo de escribir, admito que estoy deseando ver cada partido del Mundial. Que las luchas son confusas y se mezclan y en cuatro días se olvidan y que a los hijos de puta les basta con esperar (¿hay todavía guerra en Ucrania? Al final, Rusia se quedó Chechenia, y Oriente Medio está lleno de tropas estadounidenses y oleoductos).
Todo va rapidísimo. Enseguida aparecerá otro tema, y ahí seguirá FIFA, y el régimen qatarí, y el mismo régimen saudí que ayer celebraba una victoria y daba festivos seguirá desmembrando periodistas, e Irán con sus revueltas ya casi guerra civil, y EEUU que tiene que vender misiles a alguien, pobre, y nosotros contaminando y olvidando y consumiendo y destrozando todo como si todo diese igual.
A veces no sé de qué hablar porque hay demasiado. El mundo es demasiado grande, hay demasiados dolores (incluso mi propio ordenador, fabricado en China, minado a saber dónde; mi camiseta hecha en Camboya a saber en qué condiciones, transportada a saber cómo, el calabacín que sin darme cuenta compro fuera de temporada...)
Siento caer en la desazón, no quiero que parezca que llamo a la apatía. Y sí, estoy dando tres mil revirivueltas para justificar ver el Mundial, lo admito. Y sé que hoy día, al menos de cara al exterior, todo el mundo parece tenerlo todo claro, lo que está bien y lo que está mal, pero ¿cómo va a ser el hecho de ver un partido del Mundial una elección moral, cuando hace unos años era sólo una celebración y una cerveza y unas patatas? ¿Será que ha pillado ya el mundo a occidente? ¿Ha explotado nuestra burbuja de confort construido sobre el sufrimiento de los demás?
Quizá toda esta sensación de sentirse sobrepasado por la co-responsabilidad de todo sea lo que en realidad es el mundo, y hasta ahora teníamos mantita y calefacción y ventana cerrada, y poco a poco se han roto las juntas y entra aire.
Se debe luchar por un mundo mejor siempre, se puede, y de hecho se logra, mejorar. Pero ¿qué mundo mejor?
¿Es mejor ver el fútbol y donar dinero a una organización de defensa de los derechos humanos o eso es algo como una "compra de la sangre"? ¿Es mejor despreocuparse? ¿Desapuntarse del Alipori por la pesadez del autor?
Mientras escribo esto pienso que soy un hipócrita, pero que no sé cómo (o no quiero) evitarlo.
¿Deja un aficionado al cine de ver Netflix al saber lo muchísimo que contaminan sus servidores? ¿Dejamos de tomar café al saber los sistemas de esclavitud al que son sometidos los trabajadores? ¿O el té, el tabaco, la droga que se consume masivamente cada fin de semana, cultivada y traída en condiciones horribles para gente que recibe miserias?
¿Cómo elegir de qué preocuparte?
A nadie puede importarle todo, no cabe, pero imagino que algo tiene que poder caber, o entonces realmente, si nada entra, es que eres uno de los cabrones que pueden llegar a algo. No sé. Yo sigo deseando que España gane.
Vídeos post-despotrique confuso
Este vídeo muestra por qué, en tantas otras cosas, el mundo es un lugar maravilloso. Los japoneses celebran su victoria ante Alemania en el famoso cruce de Shibuya. Cuando se pone en verde, saltan y ocupan la carretera. En el instante en que se pone en rojo, vuelven corriendo a la acera y el tráfico se reanuda.
Que esto exista es gracioso y genial. Sé que la relación de conceptos es rara, pero saber que en el mundo hay tantas cosas diferentes me da ganas de tener hijos y mostrárselo, que vean cuánto hay de genial entre la mierda.
Otro tipo de celebración, más pasional:
Gracias por leer, perdón por el tocho.
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Un abrazo/beso/apretón de manos/saludo con distancia Aliporiano.
¡Hasta pronto!