De Lola Flores está todo dicho.
Pues vaya tema de mierda, ¿no?
Calla, otra voz. Está todo dicho, pero no por ello interiorizado, creo. De hecho, está todo tan dicho que el famoso “Ni canta ni baila, pero no se la pierdan”, que se supone que se dijo de ella en el New Yorl Times, no era ni cierto. Pero eso quizá le de más poder. Que el pueblo te adjudique esa fuerza, de motu proprio, creo que tiene más mérito que recibirlo de un escritor cualquiera del NYT.
Muy bien, ¿y a qué viene esto?
¿Sabes cuándo ves a un buen actor, que es capaz de ser tímido, temible, o seductor en una misma escena, si el guión lo requiere?
También, es cierto, está bastante manido (¿qué será manir?) la frase “El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son meros actores,” de Shakespeare, pero la filosofía más influyente en los últimos años, la de Butler y Foucault, viene a insistir en esa idea. La realidad es performativa. O la sociedad es performativa, si lo prefieres.
Hace poco, escribí una historia corta sobre un cacharrito que, instalado en el cerebro, permitía a las personas comportarse como si nadie les mirase/vigilase. Lo que es más importante, les permitía comportarse como si ni siquiera ellos mismos se vigilasen.
Porque tenía razón Shakespeare, sí, pero le faltó añadir que también cada hombre y mujer es el espectador de los demás, pero sobre todo de sí mismo. Ni autocensura, ni leches, lo que quiero intuir con esto es que ni llegamos a censurarnos, porque nuestro comportamiento está de base censurado, porque hay una máscara actoral, otra de público, otra que vigila al público, otra que blablá, hasta que al final hay un señor minúsculo calvo y con bigote tras un visillo mental, que vigila a los demás yoes, al que nadie oye y que quizá esté dormido, pero que ejerce un control férreo y dictatorial sobre la interacción del individuo con el mundo.
¿Y qué tiene que ver esto con Lola Flores?
Pues que, puestos a actuar, al menos hacerlo con confianza. Al menos, no saber cantar ni bailar ni escribir ni nada, pero juntar palabras como si tuviese algún conocimiento.
Todos los papeles hacen falta, imagino (¿qué es de una historia sin antagonista, sin fiel compañero?), pero, puestos a elegir, me quedo con el de Lolo Flores.
Además, esto que dijo del idioma de Shakespeare, tras alguien preguntarle si lo hablaba, que “No. Ni Dios lo permita”, me parece fantástico. Lo que también es importante.
Seremos actores y vigilantes, y máscaras sobre máscaras sobre máscaras, pero a veces parece que hay gente que se pasa el juego, que se decide por una máscara con confianza, quizá la que más se parezca a su cara o la que ma´s le guste llevar, pone a dormir o ignora al señor con bigote, y manda el resto de la interpretación a la mierda.
Pues eso, pisar con fuerza el escenario. O con ligereza, si eso es lo que uno prefiere. Pero con confianza.
El Lola Flores State of Mind.