Los hombres nacen suaves y blandos;
muertos, son rígidos y duros.
Las plantas nacen flexibles y tiernas;
muertas, son quebradizas y secas.
Lao Tsé
Hola.
¿Qué tal?
Por aquí, todo bien.
Sí, se me ha vuelto a escapar la hora “correcta” del Alipori (imaginemos a Sísifo feliz subiendo la piedra).
En realidad, supongo que eso es bueno, lo de olvidarme, digo. Al menos, para mí. También era, en parte, el objetivo de cambiar de aires, y pensar en temas diferentes y percibir el tiempo de forma diferente. Aunque trabaje, estas semanas se me olvida el día de la semana, y eso, supongo, está muy bien.
Estoy escribiendo mucho. Confío en que todo eso se vea representado en un futuro en un producto terminado. Plantar semillas con la esperanza de que algo crezca. Pero, si no crece, ¿qué se le va a hacer? Cada vez más creo que lo importante es plantar, no recoger (sobre todo, obviamente, si uno no depende al 100% de esa comida para pasar el invierno, y aunque mi objetivo sí es vivir sólo de esa comida… Creo que la metáfora se me está yendo de las manos).
Hablando de semillas (hilado cual presentador de programa de RNE3), he estado leyendo bastante últimamente sobre los descubrimientos recientes en torno a la percepción de las plantas de su entorno.
Parece que las plantas son capaces de, al menos, distinguir “una amplia gama de estímulos, como la presencia de sustancias químicas, la gravedad, luz, humedad, infecciones, temperatura, concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono, infestación parasitaria, enfermedad, perturbación física, además de sonido y tacto.” Pueden notar que en una zona del bosque hay menos nutrientes, y enviarlos a través de las raíces. Parece que se preocupan de una manera más perceptible por los miembros de su “familia”, o de su misma cadena genética. Pueden mostrar signos de estrés. Pueden hacer estrategias conjuntas para expulsar depredadores. Et cétera.
¿Es posible la percepción sin cerebro?
Según wikipedia (sí, un poco perezoso, pero es lo más sencillo de copiar), “las plantas calculan con precisión sus circunstancias, utilizan sofisticados análisis de costes y beneficios y emprenden acciones estrictamente controladas para mitigar y controlar diversos factores de estrés ambiental. Las plantas también son capaces de distinguir entre experiencias positivas y negativas y de aprender registrando recuerdos de sus experiencias pasadas.”
Es cierto que, por ejemplo, el taoísmo, lleva milenios (literalmente) hablando de esto. Entender la inteligencia y el diseño natural como el camino hacia el bienestar mental y físico.
Esto es algo cada vez más necesario. Las técnicas más novedosas de cultivo se basan en las ancestrales.
La tierra es un laboratorio gigantísimo y antiguo, en la que el experimentador es a la vez sujeto y observador. Hay muchas lecciones en la forma en que un roble decide crecer.
Para terminar, dos ideas medio relacionadas, medio no. Que para algo este newsletter es mío:
En la naturaleza, lo fuerte es blando. ¿Quién gana entre río y piedra? Lo vivo es blando. Lo fuerte es blando, basta con intentar dar un puñetazo al mar.
Si las plantas perciben, ¿es esto un argumento moral a favor de comer carne? ¿Estar conectado con el flujo vital, sin distinguir entre categorías hechas por humanos? Parece que lo que no percibe, no alimenta.
Dicho esto, os dejo este Tiny Desk, que me pareció muy divertido y alegre.
¡Gracias por leer!
Hasta la semana que viene.