Hola.
Lo primero, perdón por el juego de palabras, no pude evitarlo.
Lo segundo es que me consta que estos correos los lee algún psicólogo, o aunque sea los ojea. Por miedo a su juicio, he de admitirlo, no me voy a poner técnico, pero sí personal.
Lo tercero es que este es un tema, el del tánatos y el eros, al que le he dado algunas vueltas. Procedo a explicar.
Para evitar escribir tonterías, voy a dejar que lo haga un bot, que le duele menos si le critican.
Le he pedido a ChatGPT las definiciones de eros y tánatos. Ya que no las puede experimentar, quizá pueda definir mejor los conceptos, con frialdad absoluta. También le pedí que fingiese que era Freud, pero no lo hizo demasiado bien.
Eros: el impulso de la vida
El concepto de Eros representa el impulso de la vida, el deseo de sobrevivir y de experimentar placer. Es una fuerza creadora y de construcción que nos motiva a buscar vínculos afectivos y a reproducirnos, asegurando así la continuidad de la vida.
Tánatos: el impulso de la muerte
Tánatos, por otro lado, es el impulso de la muerte, una fuerza que busca la quietud absoluta y el retorno al estado de calma que existía antes de la vida. En este sentido, es una pulsión destructiva. Es el deseo inconsciente de volver al estado inorgánico, de terminar con las tensiones de la vida y alcanzar una paz definitiva.
Eros y Tánatos en equilibrio
Ambos impulsos están en constante tensión, en una especie de equilibrio dinámico. Mientras que Eros quiere preservar, construir y unir, Tánatos intenta disolver y destruir. Este conflicto entre la vida y la muerte, entre la creación y la destrucción, es lo que da forma a muchas de nuestras experiencias internas y comportamientos.
Bueno, ¿y esto a qué viene?
Cuando era más joven, creo que en mí existía ese equilibrio, un balance entre las dos fuerzas. Compensaba una naturaleza de serie algo más tanática (me gustaría escribir otra cosa, pero a estas alturas, ¿a quién engañaría mintiendo?), una tendencia a la quietud y a lo pausado, con una vida activa de salidas, quedadas, viajes, el grupo de música, fútbol, etc.
La pandemia, como a tanta otra gente, me dejó tocado. Me tocó hacerme viejo de golpe. Y me di cuenta (o pensé, porque ahora creo que me equivocaba), que a uno le hace viejo la herida, no el tiempo. Y el ir curándola cada vez peor, esa era la única entropía.
Pero ahí está el error. Lo que hace a uno viejo es seguir curando, quizá con menos exuberancia, pero quizá también mejor. La cicatriz es ambas cosas, herida y curación.
Y, yendo al grano, a lo que viene esta idea es que moverme, descubrir la novedad otra vez, realmente ha despertado ese impulso de vida en mí.
Porque dudaba de si era capaz.
Tras dejar pasar un tiempo del fin de esa época mala, confiaba en haber llegado a estar de verdad bien. Sin embargo, quedaba en mí, siempre, un resquicio de duda. ¿Había partes del viejo yo, las que se sentían más vivas ante un sabor desconocido, ante unas palabras nuevas que aprender, o ante un edificio con formas raras, que quizá ya estaban muertas y que nunca iban a volver?
Era una posibilidad. Una que tenía que dejar que se descubriese con el tiempo.
Porque lo cierto era que probaba sabores nuevos, y aprendía alguna que otra palabra, y veía edificios con formas raras, pero notaba que la emoción no estaba, que no era lo mismo.
Se despertó en mí una extraña guerra interior:
¿Pasa algo por cambiar?
No, pero podría cambiar en un sentido más positivo.
Todos los cambios son positivos. Además, no te toca elegir, se cambia y ya.
Pero me gustaba eso de mí.
Bla bla.
Jeje, sí. Bla bla.
Pero bueno, la realidad es que vuelvo a sentir, tras mucho tiempo, que sí, que el equilibrio puede volver. Y que ninguna parte de mí, en realidad, está muerta, porque nunca estuvo viva.
No hay partes, no hay tánatos, no hay eros, sólo hay ideas y sensaciones y percibir, y creo que ahora percibo mejor el mundo, de una forma, aunque sea mentira como cualquier idea que se pueda poner en palabras, más de eros, más alegre y en movimiento.
Hay que estar atento porque las mentiras también se te pueden escapar si te distraes. Mucho más las verdades, claro.
Eso es todo.
Gracias por leer.