Buenos días.
Lo confieso, la semana pasada me salté el Alipori.
Es que estuve de vacaciones. Pensé en dejar algo programado, pero cada vez más creo que no tiene sentido, que si algo es esta sección de la newsletter (la semanal de los jueves) es un ejercicio de sinceridad rápida y de improvisación con las palabras.
Blanca y yo pasamos la semana pasada en EEUU, y la verdad es que la vuelta a México fue, como siempre, un placer. Gente simpática, espacios andables, gente en esos espacios andables…
Tengo muchos comentarios del imperio al norte, pero quizá me los reserve para un Alipori exclusivo sobre ese tema, o para un San Chopanza, la sección de viajes que tengo un poco abandonada.
En fin. Al lío.
El otro día vi un vídeo, uno de esos clásicos discursos inspiradores de graduación estadounidenses. En él, el gobernador del estado de Illinois hablaba de cómo, si uno quiere encontrar a la persona más tonta en una habitación, debe buscar a la más cruel. Y, claro, si quiere encontrar a la más lista, debe buscar a la más compasiva.
Esto lo justificaba diciendo que el miedo al diferente, al otro, sea cual sea ese otro, es un impulso humano básico de supervivencia, casi animal, y que el que logra superarlo, debe hacerlo a través de una evolución consciente de su mentalidad/psique/manera de pensar. Que esa persona ha debido crear nuevas ideas y conexiones neuronales para no juzgar al diferente en cuanto a otro, sino en cuanto a persona como él, y que hacerlo implica un esfuerzo imposible de realizar sin inteligencia.
Creo que si uno hace un resumen de la idea, es fácil demostrar que no es muy cierto. (Lo que es muy peligroso, porque la asociación, como tal, es buenísima, lograr dejar de considerar cierta frialdad hacia el mundo como virtud… pero plantearla con puntos débiles hace que se derribe con facilidad). Es claro que el cociente intelectual y la bondad no parecen tener relación.
Pero, quizá, de lo que habla esa amabilidad (la palabra es kindness, pero no sé cómo traducirla bien), o ese esfuerzo en entender al diferente, no es tanto de la inteligencia como de la capacidad mental de esfuerzo y de pensamiento profundo. Algo así como ir al gimnasio y entrenar, de forma independiente a la estructura corporal con la que uno nazca. Hay gente que nace con un corpachón que nunca desarrolla. Y gente que nace con un cabezón con hueco para todo, pero lo llena de chinchetas.
De todas formas, ya sabemos que hay muchos tipos de inteligencia, bla bla. No sé suficiente sobre esto como para desarrollarlo. Pero lo que sí sé es que ahí, en ese discurso, está el germen de una idea valiosa, al menos para mí: la del pensamiento profundo como virtud.
No es posible ver en el diferente a nosotros a una persona igual, con miedos y deseos y chistes favoritos, sin haber desarrollado la capacidad de pensamiento profundo. Hace falta no sólo imaginar su vida, sino imaginar lo que la precede y su posible reacción a las acciones propias y del mundo. Un jaleo. Mucho más sencillo etiquetarlo como un yonqui, un rojo, un facha, un vagabundo/añadir la palabra que uno desee. Lo que es lo mismo, hacer al otro un 2d, una caricatura de un humano.
Y esto, el aprender a imaginar, no sucede por inteligencia, sino, sí, creo que por esfuerzo o por una evolución, por un sistema de pensamiento más complejo.
Ese es uno de los motivos (salto cuántico de tema, pero no tanto) por los que me preocupa mucho el uso de la IA y de los bots, los nuevos oráculos de Delfos. Entregan una verdad siempre estrecha, siempre certera. Por su propia naturaleza no pueden considerar la multiplicidad de perspectivas. Su trabajo es coger el mundo y resumirlo. La eficiencia, esa palabra que tanto odio. Y las certezas cada vez son más de roca, me parece. Porque las respuestas han de ser rápidas y concretas, o ya no son respuestas. Soluciones sencillas para cosas que un ser humano solo no sé ni si puede comprender en una vida. Y bueno, sí, eso es preocupante, al menos para mí.
Por concluir, sí que creo que alguien racista o que discrimine por clase social no puede ser muy inteligente. O si lo es, es más vago mentalmente que una piedra al fondo de un lago. Y se ha vuelto no inteligente por su pereza.
Además, si realmente logramos un mundo más amable, con un pensamiento algo más profundo, aunque más lento, ¿no sería esto mucho mejor?
Quedó denso.
Un caramelo, para compensar: 🍬
¡Un abrazo/beso/saludo desde la distancia!