El Alipori #66 - Correo Semanal de Alfonso Portabales
En el año 966, un tipo llamado Francisco se tropezó con una piedra y cayó de bruces. Carlos, su vecino, de cuerpo presente, se rio de él, y le llamó, durante 11 días exactos, "el besasuelos".
El ordenador no puede contarte una historia de manera emocional. Puede darte el diseño matemático exacto, pero le faltan las cejas.
Frank Zappa
Lo primero de todo, quería dar las gracias, de verdad, a los que leéis esto, tanto regular como irregularmente. Y a los que me decís que os gusta, o que os entretiene, o que os acorta el jueves, pues mucho más.
No recuerdo mis intenciones precisas al comenzarlo (¿un éxito arrasador? ¿fortuna? ¿aprender a comunicar mejor una parte de mí? ¿un ejercicio de juntar palabras y pensamientos de manera forzada?), pero se podría decir que, en cualquier caso, está saliendo bien, a pesar de no aportar mucho económicamente.
Ni siquiera recuerdo, si soy sincero, el momento en que decidí empezar o en el que me puse a ello. Está envuelto en niebla. No escribía El Alipori, y, de repente, era mi tarea de los jueves mañana.
A cuento de esto, he estado pensado lo siguiente: ¿olvida uno lo que olvida? Puede parecer una pregunta absurda, y quizá lo sea, pero me voy a intentar explicar.
Siempre se dice que una infancia feliz es importante para el desarrollo de la personalidad, etc. Pero lo normal es no recordar nada de ella, ningún evento más allá de los que nos han contado.
Un ejemplo que parece alejarse, pero concreta: la comida.
Uno no está hecho, como tal, de manzanas y yogures, pero todos los elementos físicos del cuerpo están hechos de esa transformación de los nutrientes de la comida. (Por lo que, en cierto modo, sí, nada muere, todo se recicla. Pero es que, claro, ¿hasta qué punto una caja de cartón es una caja de cartón y no le estamos entregando nosotros su cajadecartonidad? Si a un autobús le quitas las ruedas, el volante, las puertas, ¿deja de ser un bus? ¿En qué punto lo identificamos como sus partes? Los que le damos su autobusidad somos nosotros y nuestros cerebros que necesitan patrones y conceptos. Un humano disuelto en nutrientes… Bueno, algún tipo de reencarnación sí que es, pero un poco cutre.)
Volviendo al tema. Nos construimos también de absorciones de los eventos que nos rodean. ¿Lo hacemos también de los traumas y recuerdos alegres de nuestros antepasados? No sólo lo que se olvida puede ser fundamental en quien eres, creo, sino todo lo que uno mismo no es consciente de haber pensado, o lo que alguien hace trescientos dos años no fue consciente de haber pensado. ¿Puede eso hacer que yo ahora no soporte un tipo peculiar de comportamiento? ¿O que me vea atraído por otro?
Igual que un bus, si te empiezas a desmontar mentalmente a ti mismo, es imposible encontrar qué parte de ti es la fundamental, la que no se puede eliminar y lo que, cuando quede, tú sigas siendo exactamente tú.
Demostración matemática:
Tú = Tú
Tú - 1 brazo = Tú (Luego el brazo no es tú)
Tú - tus ojos = Tú (Luego tus ojos no son tú)
…
Esto se puede aplicar también a nivel interior. No existe un punto en el que no puedas quitar más, porque tú mismo (todos) eres una construcción, una acumulación de objetos e ideas como un bus (rueda, puerta, pero ¿qué es puerta sino metal que se mueve?, etc. etc.), tú te entregas a ti mismo tu tuidad.
Somos un cúmulo de olvidos acumulados y recuerdos alterados.
Realmente, ¿se recuerda lo que se recuerda?
Hoy quedó densito, espero que me perdonéis, y sigáis leyendo y compartiendo. ❤️
El Literapori: Libro recomendado de la semana
Hoy, en el Literapori, quería recomendar los Nueve cuentos, de J. D. Salinger.
Salinger es, sobre todo, conocido por su novela El Guardián entre el Centeno, icono de adolescentes rebeldes y de asesinos (bueno, de uno, pero muy famoso porque mató a Lennon).
Aun así, a pesar de sus fans problemáticos, este libro es una de esas obras maestras que cambian el estilo literario de un país entero. Y no de cualquier país. Del imperio.
Antes de Salinger, a nadie se le ocurría en EEUU escribir una novela seria con un lenguaje callejero, juvenil y macarra, mostrando a un adolescente accediendo a prostitución, drogas, insultando mentalmente a todo el que se cruza… Esta novela es madre de, entre otros, el realismo sucio, y de tanta literatura del yo misántropa y criticona… Vamos, una maravilla.
Pues, comparado con los Nueve cuentos, no vale nada. Así de buenos son. (Exagero, pero se me entiende.)
Del primer cuento ya hablé aquí antes. Un día perfecto para el pez plátano condensa cómo escribir diálogo, cómo dar información sin aburrir, cómo crear personajes complejos y grises en, aproximadamente, 10 páginas.
Otro que me ha impactado al releerlo es El tío Wiggily en Conecticut, un cuento de nombre horroroso, pero que esconde una carga emocional enorme. Y una idea que me fascina. Hay una niña que no se separa de su novio invisible, Jimmy Jimmeereno. Hasta duerme en un lado de la cama para no aplastarle. Está jugando fuera mientras hablan los protagonistas. Cuando vuelve dentro, dice que han atropellado a Jimmy, y que ha muerto. La madre está contenta porque, por fin, deje sus tonterías, pero cuando sube, se la encuentra de nuevo en el borde de la cama. Despierta a la niña y le pregunta que qué hace, y ella le responde que hace hueco a su nuevo novio, Mickey Mickeranno.
Una genialidad. Y eso es sólo una pequeña parte del cuento. De verdad, leedlo.
Los 40 Principaliporis: Música recomendada de la semana
Hoy, en los 40 Principaliporis, traemos a Frank Zappa, con su incredibilísima canción Peaches en Regalia.
Zappa lo hizo todo. Y todo lo hizo bien. Dirigió orquestas, compuso canciones complejísimas de jazz/rock/muerte para el intérprete, otras de pop con letras de comedia, y hasta fundó la banda The Mothers of Invention, de la que salieron leyendas como Terry Bozzio o un muy joven Steve Vai.
Esta, Peaches en Regalia, es una canción instrumental, con vibras jazzeras y elementos reconocibles de la onda brasileña más tranquila. Incluye flautas, clarinetes, guitarras, batería, y lo que siempre pensé que era una marimba, pero parece que es un teclado. Mal oído ahí.
En cualquier caso, aquí tenéis el disco entero:
¡Adiós!
¡Gracias por leer!
Recordad suscribir a todos vuestros conocidos, amigos, e incluso enemigos para que así les llegue un mail que no quieren y se pregunten qué han hecho para merecer semejante castigo, y que de repente lo empiecen a leer y les vaya gustando y se vuelvan fans y te agradezcan la recomendación y os hagáis amigos y te quedes sin enemigos, lo cual es claramente mejor.
Todo por un sub gratuito. Qué mundo este tan fácil el del siglo XXI.
Para los recién llegados o el que los quiera repasar, los antiguos Aliporis están disponibles aquí.
Podéis comprar merchandising del Alipori en el Tiendipori aquí, o invitarme a un café o hacer una donación de la cantidad que os de la gana para mantener esto en marcha aquí.
Como diría el gran poeta M.: “Un abrazo a quien quiera recibirlo. Gracias.”
¡Hasta pronto!
Denso pero interesante. Supongo que en unas cuentas líneas más habrías llegado a algo parecido al "Pienso luego existo" de Descartes. Aunque eso abre otro melón: si no fuéramos capaces de pensarnos a nosotros mismos seguiríamos siendo nosotros, o vale que nos piensen otros.
Otra cosa: espero que la demostración matemática haya sido un experimento mental y no te imaginaras amputaciones reales como hice yo :-)